27 abril 2012

Final... ¿feliz?



Hemos encontrado a una princesa que no quiere un beso del caballero que la salva. Prefiere al dragón (nosotros también), lo ayuda y juntos derrotan al caballero.
¿Os gusta este final?

―Pero... el cuento no es así, ¿no?
―Los cuentos, Martín, son como nosotros queramos que sean. Podemos inventar otro final diferente, si te apetece.
Tenemos una princesa en una torre, un dragón y un caballero, ¿qué hacemos con ellos?

Se nos ocurrió que la princesa, para no aburrirse en su encierro, leía sin parar. En aquel castillo había una biblioteca inmensa y magnífica. En los libros encontró un montón de lugares que le gustaría visitar. Soñaba con viajar. Estaba harta de ver cada día el mismo paisaje desde su ventana. Y también del dragón, ¡muy harta! siempre de mal humor y gruñendo.
¡Tenía que escapar de allí!

Un caballero fue a rescatarla pero pretendía llevársela a su reino, que era un poco feo y nada interesante. Tampoco quería irse con él.

Tantas horas  sin salir del castillo daban para mucho, de manera que nuestra princesa había estado entrenándose. Aprendió artes marciales (los libros pueden resultar realmente útiles), ¡menudas piruetas hacía!
Los tumbó a los dos, dragón y caballero, que estaban tan entretenidos discutiendo sobre quién era más fuerte y valiente que no se dieron cuenta de que ella se acercaba y los pilló por sorpresa.

Al final se hicieron amigos porque la princesa los dejó juntos, tan bien atados (resultaron muy provechosas sus lecturas sobre nudos marineros), que tardaron un montón en liberarse  y, mientras tanto, descubrieron que se caían bien.

Ella, nuestra princesa lectora, al fin libre, se fue a recorrer mundo.
Colorín, colorado…

¿Qué final se os ocurre a vosotros?

Como la princesa viajera, también tenemos una lista de lugares que queremos conocer. Hablaremos de eso otro día.

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